domingo, 8 de abril de 2012

El medallón de Stern - III


Cruzan la aldea tomando una vereda con dirección a las montañas cercanas, que en su cima se encuentran cubiertas completamente de nieve. Pese a la apariencia despreciable, el viejo camina con buen ritmo, recorriendo una gran distancia en poco tiempo, sin importar que sea en ascenso.

— ¿Cuánto falta? —, Kya pregunta impaciente.

— No mucho. Gracias a las excavaciones mineras, quedó al descubierto una red de cavernas y túneles ancestrales que atraviesan las montañas. Ya no es necesario escalar, eso nos llevaría meses. He recorrido algunos de estos caminos subterráneos, que parecen no tener fin. Son cientos, tal vez miles. ¡Esos hijos de puta que los construyeron, si que eran listos!

— ¿Cómo encontró la ermita?

— Voy a serte sincero, preciosa —. El viejo se detiene, coloca la jaula con el canario en el suelo y se sienta sobre una piedra sacando su botella de ron, para beber dos grandes tragos y con voz jadeante, continúa su relato. — Fue un golpe de suerte. Me encontraba en su búsqueda cuando caí por una abertura que estaba cubierta por la nieve. Nunca la vi, resbalé cientos de metros por un túnel de hielo que me llevó directamente a su interior.

— Un túnel de respiración...

— Y ahí estaba todo, exactamente como lo describía la información que me entregó tu padre, frente a mis ojos.

— ¿Para que trae el canario? —, Lennox pregunta con curiosidad.

— Las cavernas y túneles se están llenando de gases tóxicos por las excavaciones mineras. Más vale prevenir.

— ¡Pero se le entregó material y equipo! — Kya revira sorprendida.

— Eso sólo sirve para venderlo y comprar buen ron de contrabando. Un alpinista como yo, no necesita de esos equipos sofisticados —, el viejo se levanta pujando, recoge la jaula y la botella, para seguir andando. — No perdamos más el tiempo, que se hará noche pronto.

Para entrar a la caverna tienen que atravesar una gatera estrecha y larga, en la cual sólo es posible avanzar arrastrándose. El pasaje se va convirtiendo rápidamente en oscuro y tenebroso, donde el viento sopla cruda y fríamente, generando un sonido agudo, intenso...

Como un rugido de advertencia.

Lo reducido de la abertura termina pudiéndose levantar para encender las lámparas que Kya y Lennox llevan consigo. Con la luz, se devela una galería de enormes dimensiones, gigantesca, mucho más grande que un hangar, donde las paredes, techo y piso son perfectamente lisos, brillantes y pulidos, labrados con absoluta perfección en el bloque monolítico.

— Tengan cuidado de no resbalarse —, el viejo sentencia.

Siguen avanzando hasta el fondo, donde hay una apertura en la pared a manera de puerta y en cuyo dintel, se encuentran talladas dos panteras contrapuestas con sus colas entrelazadas. En el interior, de manera austera pero sublime, hay un altar formado por una losa soportada con columnas, sobre la cual está colocado un gran bloque de hielo que contiene a una enorme pantera albina, congelada, sentada sobre sus patas traseras y que lleva en su cuello una cadena dorada de la cual, pende un medallón en forma de estrella.

Arriba del altar, en el techo, hay cuatro agujeros por los cuales entra luz y aire del exterior, creando una atmosfera poderosa, divina, casi celestial...

Que no pertenece a los hombres.

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