Se dirigen a la barra para hablar con
el camarero. Por fortuna, nadie más se percató de su llegada.
— ¿Dónde está el alpinista?
— ¿Cómo dijo? ¡No le escucho, hay
mucho ruido!
— ¡El alpinista, ¿dónde está?!
El camarero asiente torpemente con la
cabeza y señala con mano temblorosa la mesa del fondo, donde se encuentra
sentado un hombre viejo, de barba y cabellos descuidados, con ropa desgarrada y
completamente cubierto de hollín. Sobre su mesa, hay una botella de ron de la
cual bebe sin miramientos y una jaula mal hecha de bambú con un canario
adentro. Su apariencia asquerosa hace que no haya ninguna mujer con él.
— Los está esperando.
— Terminemos con esto de una buena
vez.
Al acercarse, el viejo los barre con
la mirada de pies a cabeza, sin dejar de beber.
— ¿Es usted el alpinista?
— ¿Traen mi dinero?
En silencio, se le enseña al viejo la
mochila abierta, iluminándose sus ojos inmediatamente.
— Siéntate solo tú, preciosa. Que tú
amigo gorilón, se vaya a divertir a otro lado.
Lennox dubitativo, mira de reojo a la
teniente.
— Déjanos solos.
— Estaré en la barra.
El viejo sigue bebiendo.
— Entrégueme el medallón.
— Antes dime tu nombre.
— ¿Para qué quiere saberlo? No es
importante.
— ¿Quieres el medallón?
Un breve silencio.
— Soy la Teniente Fukuda ,
Líder del Escuadrón Amatista.
El viejo se sorprende y empieza a
dibujar una sonrisa burlona en su rostro decrépito.
— ¿Fukuda? ¿Eres Kya Fukuda? ¡Carajo!
¡En verdad que ese medallón es importante para tu padre, me envió a su propia
hija! ¡Qué cabrón!
— ¿De dónde conoce a mi padre? —, le
responde con evidente molestia.
— Mira, preciosa, no nos hagamos
tontos. Todos saben aquí quién es tu padre: El mismísimo Kaz Fukuda, dueño de
las empresas mineras que están explotando hasta la saciedad los minerales de
esta mierda de planeta, para enriquecer y hacer más poderosa a su maldita
Fundación —. El viejo hace una pausa y da otro trago —. Además, él mismo me
contrató.
— ¡Entrégueme el medallón, aquí está
el dinero! —, Kya interrumpe inquietamente.
— Tranquila, preciosa. No me
subestimes. Una simple señal de mi parte y todos estos mal nacidos estarán
gustosos por divertirse y hacer gozar a la hija del patrón. Tenemos que ir por
él.
— ¿Cómo?
— Mi trabajo era encontrarlo y lo
cumplí. Ahora, tú deberás de tomarlo —, la mirada del viejo se vuelve perversa
—, si es que puedes.
— No creo tener problema con eso.
— ¡Vamos entonces! —, el viejo se
levanta con fuerza, tomando la botella y la jaula con el canario —, y que
también venga tu amigo gorilón, que nos puede ser de ayuda.
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