jueves, 23 de febrero de 2012

Náufrago

Boca abajo, exhausto y sin ropas, el hombre abrió con dificultad los ojos. Adolorido, trató de incorporarse mientras su aliento reflejaba lo que asombrado veía: La inmensidad de ese lugar. Confuso, no lograba entender como después del huracán de la noche anterior, la mañana estaba tan tranquila. Así que decidió recorrer aquella extraña isla en búsqueda de una respuesta.

Después de andar largo trecho, se dió cuenta de que se encontraba solo.

―¿Qué tan grande puede ser una cama? ―, susurró vencido.

Su mujer, ya se había ido a trabajar.

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