jueves, 28 de junio de 2012

Orquídea roja - VI (Final)

Phoebe recorre cada rincón de la Base sin éxito, hasta que decide entrar en la zona de hangares. Ahí, encuentra por fin a Jozy trepada en una escalera, acabando de escribir con una brocha y pintura blanca las palabras “Красные орхидеи” en la nariz de su Icarus, por ambos lados y de considerable tamaño.

Al terminar, baja por la escalera para dejar el bote de pintura junto con la brocha en el suelo. Se limpia las manos con un trapo y, aún con la mirada fija en sus palabras recién pintadas, comienza a hablar.

— Debo de volver a la Tierra. Mañana mismo partiré.

— Lo sé, ya que iré con usted.

— ¡¿Cómo?!

— Sí, pedí mi cambio.

— ¡Pero...!

— No hay pero que valga, no pienso dejarla sola de nuevo, Sargento. Ya que si eso sucede, me ha demostrado que únicamente comete locuras.

— Phoebe... No sé que decir...

— No me diga nada, Sargento. Además, debo de protegerla de un tal Lennox, ya que seguramente, se lo encontrará por allá de nuevo.

Ambas chicas se funden en un bello abrazo, sonrientes, con la fuerza de estar siempre juntas, pese a lo difícil que parezca ser el futuro por venir. Al separarse, con ojos cristalinos que intenta disimular, Phoebe pregunta curiosa.

— ¿Qué significa? Mi ruso aún deja mucho que desear...

Con voz triste, Jozy responde.

— “Orquídea roja”.

Phoebe sabe que no es necesario decir nada más. Sólo cierra los ojos un instante, para pensar en luz que cubra a Jozy por completo y, elevar una oración:

Sana ya ese corazón, amor mío, que tu Papá donde se encuentre, está muy orgulloso de ti.

miércoles, 27 de junio de 2012

Orquídea roja - V

Una caravana de vehículos se detiene en la entrada de la Base, donde se encuentra ubicada una gigantesca estatua del dios Titán Prometeo, considerado en la mitología griega como el protector de la civilización humana. La estatua se erigió en honor al programa de exploración espacial, porque lleva su mismo nombre. No obstante, en estos momentos, es irónico que se encuentre aquí, ya que la humanidad a partir de ahora, necesitará algo mucho más efectivo que simple protección divina para poder sobrevivir.

De éstos, descienden varias autoridades militares, lideradas por el muy reconocido General Newmann, el mismo que dirigió con éxito las pruebas de vuelo de los primeros modelos Ícaro desarrollados en las instalaciones militares del complejo aeroespacial más importante de Nueva Europa, hace poco más de veinte años, en la Tierra.

El General camina con paso apresurado, mientras uno de sus asistentes le entrega un portapapeles con un muy grueso expediente, de más de cuatrocientas hojas, que toma con desprecio para ni siquiera hojear la primera página, como si ya supiera su contenido. Los soldados le abren paso por todos los accesos de seguridad, que uno a uno, se encuentran distribuidos por los diversos pasillos y niveles, para llegar a la zona restringida donde se encuentran los separos y salas de interrogación.

Ahí, dentro de una pequeña sala iluminada fuertemente, en la que únicamente hay una mesa y dos sillas, se encuentra sentada Jozy con las manos entre los muslos, como si tuviese frío. Las otras autoridades militares que le acompañan y el personal de la Base asignado a esta área, se acomodan en el cuarto contiguo, para ver y grabar el interrogatorio por detrás de un cristal que aparenta ser un espejo, visto desde dentro de la sala.

Al entrar, el General coloca su portafolio sobre la otra silla. Se da la vuelta y avienta el expediente sobre la mesa, donde puede leerse el nombre Ksyusha Tereshkova en la portada. Lo hace a un lado para recargarse sobre la mesa, y dirigirse directamente a los ojos de Jozy, que lo esquiva con la mirada.

— ¿Te has dado cuenta en el lío que nos has metido?

— Ellos nos atacaron primero.

— ¡Con un demonio, maldita sea! ¡No se trata de eso! — El General golpea la mesa violentamente y se lleva las manos a la cabeza, para mesarse los pocos cabellos blancos que le quedan y terminar colocándolas por detrás, en la nuca. Desencajado, sólo mira a Jozy con frustración, como un padre que no sabe reprender a su hijo. Después de un rato, busca de entre sus bolsillos una cajetilla de cigarros, y le ofrece uno.

— No fumo, gracias.

— Pero si te automedicas, ¿verdad?

— Lo siento.

El General está a punto de perder la paciencia. Así que mejor opta por suspirar y encender un cigarro. Hace otra pausa para soltar el humo y continuar.

— Jozy, dime por favor, ¿qué debo de hacer contigo? ¿Sabes cuántos tratados, códigos y leyes has violado hoy?

La chica sólo baja la cabeza y moviéndola, responde que no.

— Niña estúpida...

En eso, llaman dos veces a la puerta y se abre. Es un soldado que trae un teléfono inalámbrico entre las manos.

— Siento interrumpir General, pero alguien quiere hablar con la Sargento.

— ¿Quién es?

— No lo sé, pero la llamada proviene de la línea “importante”.

Jozy toma el teléfono y en silencio, escucha con atención. Durante varios minutos, sólo llega a pronunciar muy seriamente algunos sí, y unos no, para terminar con un está bien.

— Ahora quiere hablar con usted, General.

— Veamos...

El General habla con voz muy baja, casi imperceptible. Al terminar la llamada, con un rostro mucho más tranquilo y resignado, coloca al teléfono sobre la mesa y empieza a romper el expediente.

— Ya no eres mi responsabilidad. Tienes suerte, puedes retirarte. Prepararé todo para que mañana mismo viajes a la Tierra, te esperan en Neo Tokio. Espero estés conciente de lo que está por venir. ¿Necesitas algo más?

— Una escalera, pintura blanca y una brocha.

El General no da crédito a lo que escuchó.

— ¡¿Qué?!

martes, 26 de junio de 2012

Orquídea roja - IV

Jozy se esfuerza un poco para mantener a su Icarus por detrás y cerca del objeto volador. En su panel de instrumentos, la pantalla principal de vuelo empieza a parpadear mostrando un mensaje del IFF Transponder que aparece y desaparece, repitiéndose continuamente con un leve sonido de alarma.

ERROR – ERROR – ERROR

El radar tampoco lo detecta, es muy extraño. De seguir así, nunca podrá alcanzarlo. Además, se mantiene a menos de treinta mil pies. No tiene opción, debe hacer algo rápido.

— Aquí Líder 1503 Tereshkova a Control: Me encuentro en persecución de un objeto volador discoidal, no humano, sobre la región ciento ochenta y dos. Cambio a modo a visual para su intercepción, por favor, sigan mi marca —. Muy bien, aquí voy... Borde de ataque a sesenta grados, no debo olvidar prestar la atención necesaria a los instrumentos. Acelerando a velocidad de escape en tres, dos, uno... — ¡Ahora!

El Icarus de Jozy se convierte en una mezcla única de poder, gracia y belleza. En un parpadeo, alcanza fácilmente al objeto para colocarse dentro del radio de ataque y derribarlo sin problema.

— ¡Te tengo! ¡Fuego!

Los pods se abren dejando salir una ronda de micro misiles que impactan sin misericordia al objeto, haciéndolo caer entre llamas para estrellarse y terminar explotando en el suelo.

— ¡Sí! ¡Muy bien! Líder 1503 a Control: El objeto ha caído, procedo ahora a efectuar un reconocimiento visual en tierra.

Busca un claro donde descender, ya que es una zona boscosa. Aterriza a unos treinta metros de los restos humeantes y desperdigados del objeto. Abre la cabina y antes de salir, pasa su mano por detrás del asiento, para tomar una escopeta rusa recortada con doble cañón JSC modelo T02-120 de calibre 12, que utilizaba su Papá para cazar aves; y colgándosela al hombro, sólo por seguridad.

Deja el Icarus atrás, caminando rápida y eficazmente entre el bosque. Se acerca a los restos del objeto, examinándolos con curiosidad y tomando algunas muestras, fotografías y video, con el equipo integrado a su uniforme y casco. De repente, escucha algunos sonido extraños, como lamentos, y se dirige a ellos para encontrar tendido a un ser con forma humanoide, de altura pequeña pero con cabeza y brazos algo desproporcionados, siendo mucho más grandes como para el tamaño de su cuerpo. Su piel, que aparenta ser grisácea, muestra heridas por las cuales escurre una sustancia desagradable y apestosa. Sus ojos son enormes, con forma de gota, alargados y absolutamente negros.

Jozy se le queda mirando ya que éste mueve su pequeña boca, tratándole de decir algo. Al verlo desfallecer, se voltea y camina unos pasos para encontrar una mejor señal de recepción, e intenta comunicarse de inmediato.

— Líder 1503 a Control: Solicito una unidad médica de inmediato, hay un sobreviviente, mis coordenadas son...

Una sombra proveniente de atrás con la figura del ser, empieza a crecer delante de ella. Por instinto, gira y dispara las dos cargas a quemarropa. El cuerpo del ser cae sin vida a sus pies.

lunes, 25 de junio de 2012

Orquídea roja - III

— Muy bien, ya estamos aquí. ¿Y ahora qué?

— ¿No quieres algo de aire fresco? Lo necesito.

— ¿Aire fresco Sargento? ¿Es que se volvió loca? ¿Qué no ve todo ese humo negro vomitado a la atmósfera estúpidamente?

— No te quejes. Es lo que hay... Y a nadie le importa.

Los dos Icarus Maximal descienden lenta y silenciosamente, para posarse junto a un camino descuidado y mal pavimentado, por el cual circulan algunos vehículos y tractocamiones cargados con esquistos, para ser llevados a la gran instalación de hornos que se ve en la lejanía. Con sólo una chimenea de cuatro emitiendo humo, parece que trabaja a reducida capacidad, seguramente por la falta de personal provocada por el miedo de los últimos ataques, haciendo que muchos regresaran a la Tierra.

Sobre las líneas de alta tensión, algunas aves se posan para mirar con curiosidad a las dos chicas que con sus uniformes ajustados, se encuentran sentadas a la orilla del camino. Del otro lado, entre la basura, un perro vagabundo, seguramente olvidado por su dueño y dejado a su suerte, cruza con melancolía el campo de fútbol destinado a los trabajadores del complejo, para seguir buscando alimento.

— No sé que hacemos aquí, estamos perdiendo el tiempo.

— Phoebe, ¿puedo preguntarte algo?

— Sí, claro.

— ¿Porqué siempre me has hablado de usted, si nos conocemos desde Dalarna? Hicimos el entrenamiento juntas y desde entonces, has estado conmigo. Fuiste mi compañera de habitación en aquella ocasión; y ahora también, en este planeta.  Eres la única persona que sabe todo sobre mí. Además, yo soy casi cinco años menor que tú.

Phoebe sonríe tímidamente, con desconcierto y admiración. Se acerca poco a poco a Jozy, para tomarla de las manos y cariñosamente, mirarla fijamente a los ojos.

— Porque nunca antes había descubierto a alguien así...

— ¿Pese a que piensas que estoy encaprichada con Lennox?

Phoebe se acerca más, para robar con ilusión, un poco del aliento de Jozy.

— Lennox no me importa... Estoy segura que pronto te darás cuenta de que tienes al verdadero amor enfrente de ti, sólo que ahora, simplemente no lo ves...

De reojo, Jozy observa a un objeto plateado, metálico, en forma de disco que sobrevuela de manera amenazante la instalación de los hornos. Sorprendida, empuja a Phoebe para levantarse y correr hacia su Icarus.

— ¡¿Pero qué diablos haces?!

— Voy a derribarlo.

— ¡No! ¡Detente por favor!

El Icarus de Jozy despega activando el modo de persecución.